Yo no lo escribí. Es genial.
romántica
Cuando se acercó a la barra, él estaba sentado ahí hacia bastante rato. Había llegado temprano, seguramente para reconocer el terreno antes de la cita. La cita a ciegas que habían acordado una semana antes. Ella quedó sorprendida por lo guapo que era. No se lo había imaginado lindo y era muy lindo, una sonrisa enorme con unos dientes brillantes, un gesto cálido y distendido y el pelo rubio cortado ralo que le quedaba sensacional. Ella sintió que no estaba vestida para la circunstancia. Apenas había salido del trabajo con un poco de maquillaje y la cara de cansancio de todo el día sin demasiado disimulo. Como si los clientes del estudio y sus dramas familiares estuvieran todos colgados de cada uno de sus pelos y tejidos en cada uno de los hilos de su sacón verde oliva. No estaba lista pero estaba ahí, ya lo había saludado y ahora no podia dar vuelta atrás. Estaba tan shockeada por su belleza que casi no se dio cuenta que no tenia manos. Ni codos, ni antebrazos. Todo empezaba y terminaba en los hombros que se veían muy bien desde la penumbra del bar. Él se manejaba con soltura, la chica detrás de la barra le había servido una copa con sorbito que le quedaba muy cómoda y cuando le ofreció un trago se las ingenió para que ella no notara nada extraño. Charlaron de alguna cosa, ella trató de ser más o menos entretenida pero se sentía muy insegura. Él estaba a sus anchas sin demostrar la más mínima timidez. Tenía ganas de llevarla a otro sitio, según le anunció, una fiesta de amigos en una terraza cercana. Estaremos más cómodos - fue su argumento - y la música será mucho mejor. Era una buena propuesta así que ella apuró el trago y se declaró lista. Entonces él sin perder la sonrisa, zambulló los labios en el bolsillo de la camisa, extrajo una tarjeta de crédito, se la pasó a la chica del bar y en minutos había firmado, usando una lapicera con la boca, el boucher. En ese momento, ella deseó que, alguna vez, pudiera apretarla fuerte entre las piernas, cuando tuviera ganas de llorar.